Muchos ya conocemos este maravilloso ingrediente o incluso lo hemos probado, sin embargo, no estamos al tanto de todas sus propiedades que llenan a nuestro cuerpo de mucha vitalidad y energía. Y si no está dentro de tu dieta, te recomendamos que lo incluyas, puesto que es muy versátil, fácil de utilizar y preparar.
Se trata de las lentejas,
este grano que pertenece a la familia de las leguminosas, y que se ha ganado el
cariño de los cocineros por su variedad de usos, además de ser resistente a las
sequias y ser muy económico; las lentejas poseen muchos nutrientes como proteínas,
hierro y vitamina A y B.
Aquí te dejamos algunas razones por las que deberías comer lentejas
1. Es una gran fuente de proteína:
Posee un 23.5% más de proteína que el garbanzo, pescado u otros productos de origen animal, por esto muchas personas que llevan una dieta vegetariana utilizan a las lentejas como opción ante la proteína animal. Además de no poseer grasas saturadas y ser de fácil digestión.
2. Aporta energía:
Como posee gran cantidad de proteína, su aporte en hidratos de carbonos (fuente de energía para el cuerpo) se duplica, superando al peso del grano en seco. Beneficiando con energía a nuestro sistema para las actividades físicas y mentales.
3. Contiene fibra:
Las lentejas tienen un alto contenido de fibra, soluble e insoluble, lo que permite la lenta absorción de la glucosa, siendo un alimento adecuado para las personas con diabetes. Además, favorece al tránsito intestinal, actuando sobre la macrobiótica como un efecto prebiótico, ayudando a reducir la probabilidad de padecer cáncer de colon.
4. Fuente de minerales:
Al consumir solo una porción de lentejas estamos aportando con gran cantidad de minerales que nuestro cuerpo necesita durante el día. A continuación, te presentamos algunos de ellos.
Hierro: Las lentejas aportan más de un tercio de hierro que necesitamos en el día, y si combinamos este alimento con alguno que tenga vitamina C, ayudamos a su absorción.
Potasio: Contribuye a regular los fluidos corporales y disminuye la presión arterial previniendo la hipertensión.
Calcio: Mejora la salud de los huesos y muscular.
Fósforo: Beneficia a la comunicación de las neuronas, al pH de la piel y aporta en la formación de tejidos óseos.
Magnesio: Regula la función de los músculos, el sistema nervioso y el azúcar en el organismo.
Zinc: Fortalece el sistema inmunitario, participa en el crecimiento y división de las células, siendo parte importante en la cicatrización de las heridas.